Tu niño en la peluquería

Niño en la peluquería
 
Algunos padres conocen bien los dramas que se producen en las peluquerías, y los estilistas a veces tienen que armarse de paciencia y tener experiencia con los niños. Es un hecho: casi todos los pequeños se resisten a quedarse sentados más de media hora mientras se les corta el cabello. No solamente no tienen suficiente paciencia, sino que necesitan acción, quieren moverse y explorar el territorio.
 
No obstante, hay que cortar el pelo del niño de vez en cuando para que lo tenga bonito y sano. El cabello de los más pequeños sufre porque está en contacto con casi todo: la arena del arenero, el suelo cuando gatean, sus manitos sucias, esas pequeñas manos que se retuercen los mechones del cabello cuando los niños están cansados, y los daños debidos a las horas de sueño que pasan pataleando y dando vueltas en la cama.
 
Los primeros cabellos que tiene el bebé cuando nace se caen enseguida. Al cabo de un año, vemos aparecer los “verdaderos cabellos” y ya se nota más su estructura y su color. En general, el verdadero corte de cabello, el que le da forma al peinado, se hace cuando el niño tiene alrededor de un año.
 
Este primer corte de cabello no es más que una simple pasada de tijeras por la nuca, y no entra demasiado en el concepto de un verdadero corte. Todavía el pelo no tiene suficiente volumen, pues está en fase de desarrollo.
 
La visita a la peluquería puede ser realmente excitante para el niño. La mayor parte de las veces, el corte no se realiza en el entorno seguro de la casa y lo ejecuta un desconocido con quien todavía no se tiene confianza. Una persona extraña que tiene tijeras filosas en la mano, que tiene instrumentos vibrantes y ruidosos, y que va a quitar una parte del niño. Y, como si no fuera suficiente, al niño se lo tapa con una toalla, por lo cual le resulta imposible verse en el espejo, e imposible moverse por el mismo motivo.
 
Un peluquero o una peluquera habituado/a a los niños será capaz de calmar al bebé y dejarlo sentado en su silla durante un momento, valiéndose de diferentes medios para lograr su objetivo, mientras le corta rápidamente el cabello sin asustarse demasiado si la cabecita se mueve un poco. Los estilistas con experiencia con niños son pacientes y tranquilos. Para su primer corte, el niño se quedará sin duda sentado en la falda de su madre, que podrá tranquilizarlo. Si todo sale bien, el próximo corte se hará en una silla especial para niños, que permitirá que el trabajo del estilista sea más fácil.
 
Incluso aunque el peluquero o la peluquera trabajen lo más rápido que humanamente se pueda, el proceso puede no ser lo suficientemente rápido. Por eso, muchas peluquerías, previendo las necesidades de los niños, agregan elementos decorativos que hacen que el ambiente sea más agradable y entretenido. Algunos salones se adaptan perfectamente a la clientela infantil, incorporando, por ejemplo, reproductores de video o DVD, consolas de videojuegos, juguetes, muebles con diseños especiales, lápices para pintar, dibujos en las paredes y en el suelo que pueden ayudar al estilista al hacer que el niño mantenga quieta su cabeza durante un determinado tiempo y en una determinada posición. Las sillas también están pensadas para distraer al niño mientras se le corta el cabello. Mientras mamá y papá se toman tranquilamente un café, los niños tienen limonada y caramelos.
 
Todos los peluqueros, incluso lo más experimentados, pueden no sentirse cómodos con los niños. En las peluquerías en donde trabaja más de un estilista, la mayoría de las veces, uno o dos se especializan en peluquería infantil y saben no solamente cómo cortar el pelo de los niños, sino también cómo hacer para que la experiencia sea agradable para ellos (y para sus padres). Cuando llega el niño, lo reciben con alegría y enseguida les muestran los juguetes para que esté a gusto y se relaje más.
 
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